domingo, 10 de enero de 2010

La inutilidad, tiene un precio

De Carlos Rosado en Correoweb

La torre Pelli impecable
Día negro para el cuerpo de guardia de la Sevilla inmóvil. Los expertos del Ministerio de Cultura aprueban la torre Pelli. Al parecer, los técnicos consideran que el proyecto es impecable urbanística y patrimonialmente.

Cuando el presidente de Cajasol presentó el proyecto de nada valió que viniese firmado por César Pelli, ni los efectos que sobre la economía sevillana tendría su construcción. Se le echaron encima los guardianes de la Sevilla inmarcesible. A todos ellos les une la misma ley fundamental cuyo primer principio es el de la intangibilidad de la ciudad y cuyo corolario es el del anatema al que intente alterarla.

Siempre me he preguntado dónde estaban esos cuando se perpetraron los grandes destrozos de la ciudad que entregó a la piqueta la Plaza del Duque, La Campana o La Encarnación y se alzó ese barrio antiestético junto al río.
Es aceptable que haya gente a la que no le guste la torre como hay a quien solo le gustan las farolas isabelinas o el estilo remordimiento español que tanto abunda en la ciudad. Pero eso no significa que haya que seguirles.

Si Pulido se hubiera atrevido a situar la torre Cajasol como la torre Acbar en pleno Barcelona no sé que habría sido de su integridad. Ni que campaña de descrédito habría tenido que afrontar.

Me juego una cena a que los expertos que han dictaminado a favor de la torre van a ser conducidos al desolladero de los orates con pluma. De nada les va a servir ser catedráticos de historia del arte o arquitectos. Mis condolencias a los que de ellos vivan en Sevilla y mi admiración. Les pasarán por la máquina de picar carne que funciona diligente bajo el cuidado de la tropa de élite del irredentismo sevillano, una gente que no ceja en pretender la anexión de Sevilla a un país de fantasía, inventado por ellos.

Con las excepciones de los expoliadores franquistas (por no remontarnos al siglo XIX, clero incluido) Sevilla ha estado siempre gobernada por gente prudente, unos mas estáticos y contemplativos que otros. Pero incluso estos últimos han ido reformando la ciudad intentando no molestar. Un mérito.

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