martes, 28 de abril de 2009

Un NOOOOO, de solemnidad

ABC de Sevilla
Sábado, 25 de abril de 2009

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Juan Goytisolo encabeza el manifiesto contra la construcción de la Torre Pelli


CARLOS BARBA El escritor Juan Goytisolo, premio nacional de Literatura 2008, es una «voz no representativa» contra la Torre Pelli según el alcalde

ALBERTO GARCÍA REYES. SEVILLA
A pesar de que el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, afirmó durante la última visita de César Pelli a la ciudad que las opiniones en contra de la Torre Cajasol pertenecen a «voces no representativas», ya son más de 250 firmas de prestigio las que avalan el manifiesto del arquitecto Fernando Mendoza contra la ejecución de este proyecto en La Cartuja. No en vano, el primer firmante es el escritor Juan Goytisolo, premio nacional de Literatura 2008. A esta adhesión hay que sumar otras de gran relevancia, como la del escritor francés de origen tunecino Meddeb Abdelwahab, la escritora parisina Cécile Wajsbrot, los compositores alemanes David P. Graham y Stefan Streich junto a los españoles Germán Toro, Elena Mendoza y Teresa Catalán, o la actriz Pepa Sarsa, entre otras muchas personalidades.

Hay que destacar también el apoyo al manifiesto que realizan decenas de arquitectos e ingenieros de diversas nacionalidades, así como funcionarios y hasta arqueólogos como el sevillano Fernando Amores.

El manifiesto, realizado por Mendoza el pasado día 25 de marzo, recuerda que «la Caja de Ahorros Cajasol y el Ayuntamiento de Sevilla se disponen a comenzar de inmediato, la construcción de un rascacielos de oficinas de casi doscientos metros de altura, situado al Oeste de la ciudad, a las puertas del mítico barrio de Triana y a 1,6 kilómetros de los lugares declarados Patrimonio de la Humanidad, la Catedral, el Alcázar, el Archivo de Indias y el barrio de Santa Cruz». Para contextualizar aún más su posición contraria, el arquitecto afirma que «el rascacielos tiene el doble de altura del valle del río y del monumento hispanomusulmán más emblemático de Sevilla, la Giralda». Por ello, para los firmantes «la torre supondrá una agresión visual contra el paisaje más relevante de la ciudad: la torre del Oro, el puerto de Indias y el puente de Triana; interferirá en los fondos de calles del centro histórico; destruirá el paisaje de la Cartuja de Sevilla y, por último, competirá con la Giralda en su relevancia emblemática, al doblar su altura».

El manifiesto tampoco obvia otras posturas en contra, como la vinculada a la Unesco: «La construcción se va a realizar a pesar de un durísimo informe en contra del rascacielos emitido por Icomos (International Council on Monuments and Sites), organismo asesor de la Unesco».

En definitiva, Mendoza subraya que «Sevilla y su paisaje son propiedad inmaterial universal y no pueden ser monopolizados o desvirtuados por entidades o grupos financieros». Por todo ello, y «dado que los daños que se producirían por la construcción del rascacielos serían irreparables para el paisaje y la armonía de una de las ciudades más míticas de Europa», el manifiesto solicita a «la Junta de Andalucía que intervenga y decida si la construcción del rascacielos es acorde con su normativa de protección de Sevilla y su paisaje». Asimismo, el texto exige al «Ayuntamiento de Sevilla una moratoria en la construcción del rascacielos hasta que se haya realizado un informe definitivo por Unesco», para lo que «igualmente solicitamos que el Ayuntamiento acepte íntegramente dicho informe, sea cual sea su contenido».

Por último, el manifiesto insta a «la Promotora, la Caja pública Cajasol», a que realice «una modificación del proyecto en volúmenes más pequeños que se adapten al paisaje del entorno de Sevilla».

viernes, 24 de abril de 2009

siies y NOOOOOOOES



MESA REDONDA: SIES y NOES al proyecto de la Torre Cajasol en la Isla de laCartuja de Sevilla Ponentes: * Victor Fernández Salinas. Geógrafo. Profesor titular de la Universidadde Sevilla. Vicesecretario del Comité Nacional de ICOMOS España * Manuel Marchena Gómez. Geógrado. Catedrático de la Universidad deSevilla. Gerente de EMASESA. Modera: Ana Avila. Profesora-Educadora de personas adultas.Miembro de Ben Baso. Lunes 11 de mayo a las 19:00Aula de Grado M. Carriazo de la Facultad de Geografía e Historia Organiza: Asociación de profesores para la Difusión y Protección delPatrimonio Ben BasoColabora: Universidad de Sevilla

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martes, 21 de abril de 2009

T U M B A L A

CONSIDERACIONES sobre la TORRE-CAJASOL



Obvio debería ser que en el debate en torno a la Torre Cajasol y su impacto sobre Sevilla predominasen los criterios arquitectónicos y urbanísticos junto a los criterios de otras disciplinas hoy participantes en la reflexión sobre la ciudad. Pero a los muy interesados en que se haga realidad la Torre como son la entidad financiera que la promueve, algunos políticos, el autor del proyecto y empresas constructoras adjudicatarias sólo se les conoce hasta ahora afirmaciones rotundas a su favor pero sin un discurso fundamentado en aquellos criterios. Y la defienden augurando un gran beneficio y gran mejora para Sevilla, aunque sin precisar en qué consistiría. Y también hacen un uso no actualizado y muy generalizante de ideas muy usadas cotidianamente pero que en su origen proceden del ámbito histórico, sociológico-filosófico y científico, cuales son: “modernidad”, “progreso”, “cambio”, “transformación”,..Además de emplear estrategias normalmente utilizadas para la venta de productos en el mercado y en la propaganda política.

Es por lo que al análisis del proyecto Torre Cajasol con criterios arquitectónicos, urbanísticos y los otros ya citados se añadirán criterios históricos, filosófico-sociológicos y científicos para responder con rigor y suficiente ilustración la ideas empleadas por sus defensores.

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Es así como ante el proyecto de la Torre Cajasol es posible hacer las siguientes consideraciones:

1ª)- Obvio parece que con el proyecto de la Torre Cajasol se busca una operación económica de gran envergadura similar a otras puntuales que ha habido en España y que lleva a la apuesta por la gran altura.

La opción por la gran altura comenzó en el pasado siglo con los altos y desafiantes edificios americanos, pero debe resaltarse que en ellos concurrían: un desbordante crecimiento urbano con gigantesca presión sobre el suelo, la ausencia de ciudades históricas y la fe y seducción americanas de entonces por la técnica desafiante ante la naturaleza- en éste caso ante la gravedad- que posibilitaba a los “ricos” y poderosos del siglo XX afirmar su poderío económico y técnico con la gran altura de sus rascacielos. Lo que deviene después en tradición constructiva en las ciudades americanas, en las que coinciden un crecimiento urbano poco planificado y regularizado y esa ya tradicional seducción americana por la edificación alta, e imitada después en muchas ciudades.

Décadas después fueron surgiendo otras intervenciones de altura en otras ciudades, algunas de Europa, con fuerte protagonismo económico-financiero internacional y más tarde con la economía globalizada. Y en las que se han superpuesto la simbología del “poder” con el gran aprovechamiento del espacio, aunque sin llegar a aquellas exhibiciones en altura americanas. Y en ciudades de China con agobiante presión económica sí se ha imitado después el “gigantismo” arquitectónico americano, ya como tardío alarde tecnológico y como necesidad de emular y afirmarse de los que aquí llamamos “nuevos ricos”.

Asimismo en España se han realizado intervenciones puntuales en gran altura como las torres de la ciudad del Real Madrid y la Torre Acbar en Barcelona, que son resultado de grandes operaciones económicas. Y como en España el sector inmobiliario y el financiero han tenido gran protagonismo e influencia hasta éste momento han querido también imitar ese tipo de operaciones de gran altura en ciudades menores en donde se presentaba una ocasión. Así ha ocurrido en Sevilla, en donde no existe un gran protagonismo económico internacional ni una tan brutal presión sobre el suelo como para justificar una intervención de ese volumen, pero sí parece que esa arquitectura símbolizadora de “poder” seduce a algunos que aspiran a él aunque sea como presuntuoso intento de emularlo. Y por ello creen poder seducir también con el efecto espectacular de la gran altura y la simbolización de poder económico con la que en el mundo de la imagen mediática se la suele asociar.

2ª)- Para acometer hoy el análisis de una intervención arquitectónica de cierta envergadura en una ciudad, o en un territorio, nos encontramos con un cuerpo conceptual más amplio y complejo que en décadas anteriores. Pues estamos ante un mundo abismalmente transformado en relación con el de hace un siglo en el que han aparecido muchas ideas y actitudes que rompen con la primera modernidad como ésta rompió con el pasado que la precedió. Es un complejísimo panorama económico, social e intelectual, tan diferente al que determinara al primer Movimiento Moderno, en el que varias disciplinas hacen complejas reflexiones sobre la ciudad y la arquitectura que en ella se erige. Y ante un edificio con las características de la Torre Cajasol parece obligado no detenerse en el análisis del diseño en sí para adentrarse en su impacto sobre la ciudad. Para ello el Informe de expertos(urbanistas, geógrafos, ecólogos, demógrafos,..) sobre CIUDADES EUROPEAS SOSTENIBLES de la CE propone el estudio de 20 indicadores de sostenibilidad urbana, pero por las limitaciones de un escrito como éste nos ceñimos a sólo dos: a) a la escala del edificio derivada de su volumen de ocupación, lo que entra en el ámbito de la arquitectura, y b) a su impacto en el tráfico, lo que entra en el ámbito del urbanismo.

a).- El entorno de la Cartuja y el río estuvieron históricamente unidos a Sevilla con la excepción del periodo en que el ferrocarril los separó, y después han sido incorporados espacialmente otra vez a Sevilla con la EXPO 92 para después ser destinada a zona de usos terciarios con una moderada edificabilidad tal como se la utilizó en 1992, y como ocurre todo a lo largo del río. De ahí que resulte de gran arbitrariedad ubicar ahora en ese espacio una Torre concebida con tan gran altura, pues: 1º)- no existe en el espacio de la Cartuja ni en otros espacios de Sevilla una tan enorme presión sobre el suelo generada por una desbordante actividad económica que demande una intervención de 180 ms de altura como la de la Torre Cajasol; 2º)-la imagen internacional de Sevilla y el papel que desempeña en los circuitos culturales y turísticos es la de ciudad histórica y cultural, al igual que otras ciudades europeas con centro histórico, y no la de ciudad con poder económico y financiero; 3º)- la escala de la Torre emerge bruscamente sobre el resto para demandar un absoluto protagonismo que genera gran desequilibrio visual en las distintas perspectivas desde ambos lados del río, lo que hasta hoy las corporaciones municipales habían evitado impidiendo alturas excesivas en aras de preservar unas panorámicas muy definidoras de esa imagen extendida de Sevilla como ciudad histórica que es el papel desempeñado.

Por ello también resulta arbitrario el que ahora algunos políticos lleguen a creer que su legitimidad democrática les puede permitir dar paso a intervenciones que rompen entornos y panorámicas históricas conformadoras de la imagen de una ciudad. Y se pone más de manifiesto lo arbitrario cuando se constata que la propuesta de la Torre no obedece a una iniciativa de interés público sino que es un privilegio al que aspira una entidad financiera para realizar una gran operación económica en beneficio propio pero ajena a las necesidades de Sevilla como ciudad.

b) –La Torre también ejerce un impacto sobre el modelo de transporte tendencial en el acceso a Sevilla por el oeste. Pues en Sevilla concurren circunstancias muy específicas en el espacio del oeste donde se ubicaría esa Torre y otras que aspirarán a seguir su ejemplo. Pues se trata del espacio geográfico-urbanístico de Sevilla cuyas características geográficas y posterior evolución urbanística es la peor para ello, al estar situados al oeste de Sevilla el Guadalquivir y la Corta del río en la Cartuja y más hacia el oeste la Cornisa del Aljarafe. El río y la Corta son una doble barrera natural para el gran tráfico rodado que se ha generado hacia Sevilla al canalizar ese tráfico por sólo cuatro pasos distanciados( puente del Alamillo, puente del Cachorro y dos puentes a San Juan). Y la Cornisa del Aljarafe supone otra barrera para el paso de tráfico rodado en cuatro pasos( la A-8077 de Camas-Albaida, la A-49, la antigua carretera a Huelva y la autovía al sur del Aljarafe) que después se reducen a tres cuando en la Pañoleta se unifican la A-49 y la carretera a Huelva.

Y aún con esas limitaciones de acceso a Sevilla fue surgiendo después de la EXPO92 un crecimiento urbanístico incontrolado que generó: asentamientos residenciales en Camas, Coria, Gelves, Puebla del Río y después en Santiponce, Guillena, las Pajanosas,..también una gran concentración de terciario desde la Pañoleta hacia el sur y, sobretodo, la enorme acumulación residencial en la primera y segunda corona del Aljarafe. Ese urbanismo residencial ha ubicado en la periferia a gran cantidad de población que mantiene el empleo en la Sevilla central, por lo que se ha generado una dependencia funcional excesiva de la periferia respecto de Sevilla capital con enorme tráfico orientado radiocéntricamente hacia ella. A ello se añade también la inevitable dependencia de Sevilla en cuanto actividades de ocio, culturales, servicios especializados, ..inexistentes en el urbanismo periférico incontrolado.

Ello ha determinado en el sector oeste la saturación y colapsamiento de los pasos por el río y la Cornisa, y de la SE-30 por la vega. Y ante ese problema se han propuesto medidas: el incremento del transporte público frente al uso del vehículo privado, la línea METRO 1, el carril-bus, el tren de cercanías...Pero esas medidas pueden atenuar ostensiblemente el problema pero no invertirlo hasta su casi desaparición. Pues esa zona oeste mantendrá irreversiblemente ese problema derivado de sus circunstancias geográficas y crecimiento urbanístico caótico que la han conformado así como un hecho consolidado. Y es de destacar que el incremento en el número de pasos(puentes) por el río no resolvería nada por estar agotada la capacidad de acogida de vehículos privados de la Sevilla Central(Centro Histórico+la Cartuja+Triana+los Remedios+Nervión), tal como bien se analiza en el PLAN DE TRANSPORTE METROPOLITANO de la Consejería de Obras Públicas, pues éste en las págs 26 y 28 diagnostica:
a) “la creciente congestión del viario urbano y del agotamiento de la capacidad de acogida( de aparcamiento)de la Ciudad Central(Centro Histórico+la Cartuja+Triana+los Remedios+Nervión”; b) que la Línea 1 de Metro al Aljarafe y el Metrocentro “tienden a romper ese modelo”...”pero estas actuaciones, que suponen el inicio de un nuevo modelo, pueden no ser suficientes por sí mismas para cambiar las tendencias de un proceso que...aparece como claramente no viable a medio y largo plazo ”; c) “que la capacidad viaria actual se encuentra agotada en todos los corredores”; d) que la Ciudad Central “carece de capacidad para absorber la movilidad metropolitana e interna a medio plazo, si ésta se produce en vehículo privado”; e) que “el impacto ambiental del modelo de transporte tendencial no es asumible desde criterios de sostenibilidad y compromisos ambientales internacionales”.
Y es importante poner de relieve que las anteriores afirmaciones del PLAN DE TRANSPORTE METROPOLITANO se hicieron ajenas a la posterior aprobación de la propuesta de la Torre Cajasol. Es por lo que sorprende que después se haya aceptado la propuesta de ubicar la Torre, y otras posibles, junto a una de las dos vías de paso por el río más colapsadas de toda el Área Metropolitana por el alto tráfico desde el Aljarafe y la vega a Sevilla, pues con su gran volumen albergará una enorme concentración puntual de actividades y servicios. Y ello supone generar en torno a ella una enorme concentración de desplazamientos individuales(generados/atraídos), que mayoritariamente irán en vehículo individual. Y con las medidas antes citadas la atenuación del problema sería menor que el incremento brutal en desplazamientos generados/atraídos que una edificabilidad tan alta como la de esa Torre y otras que le sigan generarán en la estructura urbana actual del ámbito Central de Sevilla(Centro Histórico+la Cartuja+Triana+los Remedios+Nervión).

Y en el mismo sentido expresado en el PLAN DE TRANSPORTE METROPOLITANO cabe preguntarse si es asumible desde criterios de sostenibilidad y compromisos ambientales internacionales el modelo de transporte tendencial que ya existe y al que reforzará negativamente la Torre Cajasol por el impacto ambiental resultante en emisiones( gases y ruidos).

Esa Torre y otras agravarían insolublemente el problema urbanístico por el oeste de Sevilla, y es por lo que de persistir el interés en su ejecución deben ubicarse en otros espacios donde no se den esas condiciones tan negativas. Y que pudiera ser en un espacio exterior a la SE-30 suficientemente distante de los pasillos aéreos al aeropuerto.


3ª)- Al no poder justificarse la gran altura de la Torre Cajasol y su ubicación con argumentos arquitectónicos y urbanísticos sus defensores pretenden convencer sobre su idoneidad con ideas muy generalizantes y muy usadas, pero procedentes del ámbito histórico, sociológico-filosófico y científico, además de emplear estrategias conocidas en el marqueting comercial y político. Así en su estrategia primera nos dicen que la Torre va con la “modernidad”, con el “progreso”, con el “futuro”, con la “transformación” de Sevilla,..y después utilizan la ruda estrategia argumental de colocar a los que se oponen a la Torre como “no abiertos” a las anteriores ideas.

En el primer caso tanto si hacen un juego encubridor como si creen en esas ideas convendría recordarles lo que en ellas ha acontecido desde sus orígenes. Pues la primera modernidad del Proyecto Ilustrado concibe la historia como un proceso de continua superación y progreso mediante el desarrollo y crecimiento ilimitados en la economía y la técnica, y en la que el presente y el futuro deben por ello olvidar y superar siempre al pasado. Pero al fracturarse entre progreso económico y realidad social surgen sucesivos discursos críticos alternativos y emancipadores contra ella hasta los años sesenta del pasado siglo, en los que el capitalismo productivo y del ahorro ha sido sustituido por el capitalismo del consumo y del gasto. Y en esos años sesenta ya se percibía la contaminación ambiental(R. Carson, 1962), y se hablaba sobre “los límites del crecimiento” económico y demográfico(Ward y Dubos, 1969), se perfilaba el discurso de la ecología humana y emergía en los setenta el movimiento ecologista en la política. Y también en esa etapa “post-moderna” se revisa en las artes la ruptura con el pasado y la incondicional apuesta de futuro, y se cuestionan los discursos y proyectos emancipadores de la anterior modernidad(Lyotard, 1979). Y las fases más recientes las han venido estudiando la sociología y filosofía siendo interpretadas por algunos autores como: “modernidad reflexiva”(Giddens, 1990), “segunda modernidad”(Beck, 1999), “modernidad líquida”(Bauman, 2000), “hipermodernidad” (Aubert, Lipovesky, 2005),..bajo una dinámica de cambio feroz e incierta a la par que se ha ido agrandando la “preocupación ecológica”. Pues si el discurso de algunas ciencias y tecnologías incidían o favorecían, aunque fuese implícitamente, el continuo progreso y crecimiento económico ello colisiona hoy frontalmente con los discursos de la ecología, la actual geografía, la ordenación del territorio y otras investigaciones científicas. Así al haberse agotado hace tiempo el primer proyecto de futuro que se había venido renovando hasta hace unas décadas unos han pensado que se caminaba hacia no se sabe qué futuro( Hobsbawm, 1995 ), y otros proyectan la idea de colapso(Diamond, 2005) sobre el horizonte.

Tal secuencia de ideas y actitudes muestra los sucesivos cambios en el seno de la “modernidad”, por lo que pronunciarse hoy en términos de “modernidad”, “progresismo”, “futuro”, “cambio”,...a secas es una total indefinición vacía de contenido bajo la que puede justificarse mucho de lo ocurrido en décadas anteriores pero nada de lo que hoy está ocurriendo.

En relación con las segundas estrategias argumentales ha de resaltarse que entre empresarios, políticos, técnicos y en algunos arquitectos sigue interiorizada aún aquella concepción optimista de la historia como continua superación, progreso,..con desarrollo y crecimiento ilimitados. Así el presente y el futuro deben seguir siendo superiores al pasado habituando a percibir sólo avance y superación en la realidad, obviando lo negativo de ella, y a “estar abierto” incondicionalmente a todo lo “moderno” y “nuevo” que nos traiga, y ello es la aceptación optimista, realista y a-crítica de toda “nueva” realidad.

Con esas concepciones se comprende que políticos, empresarios y algunos arquitectos sean proclives a considerar como “no abiertos” al “progreso”, a la “modernidad”, a lo “nuevo”,..a los que no aceptan lo que ellos conciben todavía hoy como tal. Y que el rechazo de la Torre Cajasol también lo consideren como ausencia de “realismo”, e incluso como un “no comprender la realidad económica mundial”.

Pero en el caso que aquí nos ocupa lo que no se acepta es la mimética importación a Sevilla de intervenciones arquitectónicas que como la Torre Cajasol son grandes operaciones inmobiliarias como otras realizadas en España, y que también tienen algo de importación de las que se prodigan en grandes ciudades que son capitales del poder financiero mundial (N. York, Londres, los Angeles, Chicago, Houston, Tokio,...), siendo Sevilla, como ya se ha expresado antes, una ciudad mucho más pequeña y sin la presión de la economía sobre el espacio que existe en aquellas grandes ciudades, y con otro papel en la escena europea. Y, además, la intervención de la Torre Cajasol se hace en el lugar menos adecuado urbanísticamente.


4ª)- El último argumento desplegado por políticos y banqueros es el de los “puestos de trabajo” que crearía la Torre. Para ello van inflando cifras sobre tales puestos de trabajo así como atribuyendo a Sevilla, y hasta a Andalucía, los beneficios que se llevará para sí misma la entidad bancaria.




Por todas las anteriores consideraciones es posible concluir que la decisión de ejecutar la Torre Cajasol, y otras que pudieran aparecer, carece de justificación por su incidencia negativa en el modelo de transporte del Área Metropolitana de Sevilla y por el tan brusco contraste que genera con las escalas edificatorias que han conformado a Sevilla por el oeste, así como no es posible encontrarle alguna justificación con los criterios hoy empleados en el análisis urbano y territorial. Y es una ilusa pretensión de modernidad al ignorar que se alinea con ideas y actitudes de una primera modernidad que ha quedado atrás.

Es por ello una decisión arbitraria en aras de una gran operación económica para el beneficio particular de una entidad financiera y de las empresas adjudicatarias, y siendo asimismo arbitraria la actitud de algunos políticos al creer que su legitimidad democrática les debe permitir llegar hasta tomar decisiones que rompen las perspectivas que la historia ha ido dejando en una ciudad.

Es por lo que en ese lugar puede ejecutarse otro edificio de semejante finalidad pero cuyo planteamiento deje de estar contaminado por emulaciones de símbolos foráneos carentes de actualidad, y de manera que su menor altura y edificabilidad no impacten tan negativamente ni en la funcionalidad urbanística de Sevilla ni en su perspectiva arquitectónica y patrimonial. Y que de existir empeño en la ejecución de esa Torre y otras se ubiquen en otros espacios de Sevilla donde no genere los problemas descritos.

Sevilla, abril de 2009

miércoles, 15 de abril de 2009

T U M B A L A

LA TORRE CAJASOL: ECONOMÍA, CONOCIMIENTO Y RESPONSABILIDAD
Julián Sobrino Simal
Profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla
arquind@us.es
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Tanto experto, tantas reuniones del G-20, del G-8, y aquí, en Sevilla, se ha encontrado la solución a la crisis económica. Un rascacielos, el de Cajasol, creará 4.000 empleos. Si dividimos los 750.000 parados de esta Comunidad por la cifra del rascaempleo obtenemos la cantidad de 188. Ya está, construyamos 188 rascacielos en Andalucía, repartidos en cada provincia según su cuota proporcional del total de parados y habremos acabado con ese grave problema.
Bueno, bromas aparte para un asunto tan dramático y complejo como es la pérdida de empleo de miles de trabajadores y el descenso neto del PIB andaluz, comentaré algunos aspectos del controvertido proyecto que no han sido tenidos en cuenta hasta ahora y que el informe cortina de humo Deloitte, en manos de los econócratas, ha intentado soslayar para contrarrestar mediáticamente el rechazo social que ha generado este proyecto.
Uno. La unilateralidad de los análisis en tiempos de crisis conduce a equivocaciones seguras. En estos momentos, cuando lo que está en cuestión es precisamente un modelo determinado de crecimiento basado en la especulación y la ingeniería financiera más torticera y opaca, resulta que se recurre al más de lo mismo. Especialmente grave cuando quienes ejecutan esas políticas son gestores de la denominada economía social que tiene su eje financiero en las cajas de ahorro.
Dos. El proyecto ha pasado de ser justificado por los beneficios que va a generar en términos de empleo y rentabilidad. Ya se ha olvidado el valor simbólico del tótem, la zanahoria, para recurrir al pragmatismo de la crisis, el palo. La modernidad ha dejado de ser la coartada para ser sustituida por la rampante posmodernidad de un pensamiento, que de tan débil, casi ha dejado de ser pensamiento.
Tres. La ecuación propuesta es tan simplista que parece de unos malos apuntes de clase de primero de carrera. Veamos: inversión es igual a empleo directo, más empleo inducido, más beneficios directos, más retorno fiscal, dividida la inversión entre los costes de construcción y los gastos de financiación, multiplicado todo ello por la
rentabilidad escalada a partir del primer año de explotación. En fin un negocio redondo basado en datos estadísticos que sueñan con un escenario al 25, al 50 y al 100 % de ocupación para calcular la riqueza generada en nuestra ciudad y en Andalucía. En Sevilla ya se empieza notar el exceso de oferta inmobiliaria de oficinas y el descenso de sus precios de alquiler.
Cuatro. La crisis actual es impredecible tanto para su final de ciclo como para las fases de su desarrollo. ¿Cómo se puede emprender hoy un proyecto teniendo como base el popular cuento de la lechera o el elitista y madoffiano juego de la pirámide? Si alguna lección hemos de extraer de la crisis actual ha de ser la de someter a crítica la propia metodología en la que se había basado este sistema económico fracasado. Modelo sobre el que existe un consenso suficiente para reconocer en él sus rasgos estructurales marcadamente antisociales, profundamente desiguales y encarnizadamente depredadores de recursos.
Cinco. Querer demostrar con datos estadísticos que cualquier inversión es buena porque produce beneficios y genera empleo nos llevaría a justificar cualquier barbaridad en aras de un mal entendido progreso. Los países que pretenden distinguirse por sus políticas responsables no pueden dejarse engañar por los cantos de sirena de cualquier negociante. La magia de la cifras manejadas por un hábil prestidigitador puede impresionar, incluso fascinar, en el momento del espectáculo, pero luego, se impone la necesidad de conocer el truco, en este caso cuando se trata de nuestro dinero, el que maneja un Caja de Ahorros de interés social, y cuando se trata de nuestro pan, en relación a la rentabilidad en ocupación por millón de euros invertidos.
Seis. La variabilidad en la repercusión sobre el empleo de cualquier cifra invertida, en el mismo o en diferentes sectores económicos, es algo que llama a reflexión. En España cambia dependiendo de la comunidad autónoma, del rango poblacional, del contexto territorial, del tipo de gestor, del arquitecto que realiza el proyecto, del marketing que se hace del producto final, de los plazos, de la competencia técnica en su ejecución, y así hasta un largo etcétera de variables.
Siete. Los 353,2 millones de inversión de la Torre Cajasol destínense a la economía directamente productiva, a las Pymes, a los nuevos emprendedores, a la economía del conocimiento. No jueguen a empresarios, ayuden a los empresarios. Distingan con claridad los límites del marco económico actual y sean creativos para una comunidad como Andalucía que necesita inversión productiva no especulativa.
Ocho. Y si hablamos de arquitectura y urbanismo dirijan sus iniciativas a la investigación y no recurran al manido tópico de la torre corporativa. Convoquen un concurso bajo las premisas de la innovación (las nuevas tipologías terciarias en una sociedad responsable socialmente y sostenible medioambientalmente), la investigación (apoyen a los preparados grupos de investigación de las universidades andaluzas), la transferencia del conocimiento (en forma de patentes para las empresas andaluzas). Incluso pueden pensar en una operación de regeneración urbana en alguno de los excelentes y desatendidos edificios del patrimonio cultural sevillano.
Nueve. Piensen el proyecto desde la ciudad del siglo XXI en su ordenación, en sus impactos, en sus flujos, en sus oportunidades. En el reequilibrio social y urbano. Dignifiquen el término sostenibilidad desde el ahorro y la austeridad. Promuevan proyectos ejemplarizantes que induzcan a nuevas prácticas acordes con el escenario de crisis y con el de la esperanza de un modelo económico global más justo y solidario, empezando por su propia casa.
Diez. Señor Pulido, analistas de Deloitte, Consejo de Administración de Cajasol (donde están los sindicatos de clase), Sr. Alcalde de Sevilla, como dice Hillary Clinton “no desaprovechemos una buena crisis” y añado: para retornar a los valores, para idear salidas a la crisis que supongan el establecimiento de metodologías y estrategias que eviten la separación de la teoría y la práctica, de la ética de las convicciones y de la ética de la responsabilidad. Acometan un proyecto apasionado y apasionante. No hagan una torre más, así no harán historia, la destruirán.